miércoles, 11 de enero de 2012


El cielo canta canciones de gloria
ah, y mi alma se vanagloria
mientras de a poco se hincha de paciencia,
la moderación es una ciencia
en la que no he tenido maestros;

Vuestros oídos ensordecen
suficiente es el prejuicio
¿qué almas conocen
a partir del frío juicio?

Ah, y mi corazón hace bullicio,
llevado por los rotos límites,
planeando por el precipicio
del alma y sus numerosos índices

Como una efigie pura de forma,
me yergo ya sin rostro de sorna,
una espada me adorna impetuosa
y mi alma es fortaleza rocosa

Allí sube el esplendor naciente
de mi efímera juventud
más aún seré paciente
batallando más allá de la senectud

¿Y si la divinidad nos espera?
he sentido enormes actos divinos
concretarse como si muriera
un placer como mil espinos
me dió el amor inmortal

Y el fuego de la ambición bienal
que convoca los lobos del estuario,
y así decae todo cuanto era santuario
tras una marcha larga y vacía
llamada progreso.

Yo sólo quiero
precipitar mi regreso.

Mi recompensa.


L.

Apágate.

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En las cenizas del pasado se hallan las gemas de la Historia