Atrapado sin salida
De pasajes estrechos donde
la furia es prohibida
Donde la sangre no lava
los pecados
Ni derrota las injusticias
como los pasados
Donde el honor reinaba y
las armas vencían
El estancamiento
Donde las almas sufrían,
y los demás morían,
Reinos de remordimiento
Cuyo destino eran las
cenizas.
Hoy son imperios de
concreto y acero
Inmortalizados y divinos
De corrupción inmutable y
lupinos
Bajo cuya sed de carroña
yo muero.
Niegan una y otra vez a
quienes en armas se alzan
Como excepciones o
síntomas no sistémicos,
Cuando somos las victimas
del triunfo de los epidémicos
El reino de los que
cansan,
Los que roban sin
descanso, los que niegan, los quietos,
Los siempre injustos y
correctos.
En mi mano tengo la última
carta: El dragón durmiente.
Te conozco como el fuego
de mis venas
Y la pasión de mi alma
ardiente
E invencible.
Despertar el dragón es el
máximo potencial
Es abrir los ojos al
límite, y la sangre fluyendo como la luz, excitada de lo fatal
Los músculos tensados
como los Olímpicos a punto de derribar el Mal,
He aquí la muerte
habitando en mí, fluyendo en mí, durmiendo en mí,
Por un ruego de Justicia,
despertar el dragón
Por un ruego de
providencia, despertar el dragón
Por un ruego de La Cuenta,
despertar el dragón.
Regar y segar muerte,
sangre salpicada y fluyendo en torrentes
Por las escaleras;
La corrupción exhalando
sus últimos suspiros,
Partiendo de sus
clavículas al éter de los infaustos;
La corrección final, el
miedo de pecar y ser injustos,
¡Son los gritos del honor
los ruidos de los disparos!
¡El terror se cierne
sobre los malvados, ocultos en su cobardía burocrática,
En su perversión de la
Ley, en sus atajos y privilegios siniestros!
Traeré el dragón como
viene Santa Rosa,
Tronando de ira
Inexorable como el agua
Inmisericorde como el
viento
Jamás me someteré a
vuestras disposiciones contradictorias
Jamás me someteré a
vuestras injusticias
Jamás aceptare menos ni
más de La Cuenta
Jamás
Me
Someteré
Y si me viere sometido
Si me viere prometido
Si me hundiere sin más
sentido
Que la ganancia de los
quietos,
Antes llamarles muertos
Victimas del Fuego
limpiador.
Regar y segar muerte,
sangre salpicada y fluyendo en torrentes
Por las escaleras;
La corrupción exhalando
sus últimos suspiros,
Partiendo de sus
clavículas al éter de los infaustos;
La corrección final, el
miedo de pecar y ser injustos,
¡Son los gritos del honor
los ruidos de los disparos!
¡El terror se cierne
sobre los malvados, ocultos en su cobardía burocrática,
En su perversión de la
Ley, en sus atajos y privilegios siniestros!
Por una década,
Amen.
Sangre fluyendo en
torrentes, bajando por las escaleras,
Piso a piso, testimonio
que la Justicia late y vive,
Vivas o mueras, lo
inmortal sigue, tu espíritu vive
En aquello que más
esperas:
Un mundo más justo y
mejor
En un reino de injusticia
y dolor
El dragón duerme un
letargo palpitante.
La primicia de su ardor
Signo de su despertar
inquietante,
Se debate y quema en una
advertencia ignorada
De la masacre
Que se aproxima.
L.