lunes, 10 de septiembre de 2012

Esperanza y Verdad

 La esperanza, de todos los males que emergieron de la caja de Pandora, acertadamente, es el peor, es el que quedó en el fondo, la materia más grumosa y densa de los males depositados en aquella caja.

 ¿Qué es la esperanza? La esperanza es una ilusión, con fundamentos veraces (y a veces ni siquiera con fundamentos reales, tales como creer que todo mejorará eventualmente sin ninguna razón plausible) para quien se ve afectado por ella, de que las situaciones cambiarán para mejor en el futuro. Es la creencia de que el mal es pasajero, por más largo, poderoso y longevo que sea el mal que aflije al esperanzado, tiene una razón para perserverar, para mantener una actitud positiva ante malos tragos que pueden durar la vida entera.
 Ante este optimismo duro como el acero, no hay dolor, sacrificio, enajenación, tortura o esfuerzo a costa de la salud que pueda doblegarlo. La persona enferma de esperanza sacrificará su sueño, su bienestar físico y espiritual, su patrimonio e incluso su propia familia en nombre de una esperanza de un futuro mejor, que no está, y que no está garantizado en absoluto que llegue.

 Dirán entonces, algunos de los afligidos de esperanza, en defensa de su enfermedad, que gracias a esta ilusión infundamentada la mayoría de las personas se logra adaptar y sobrevivir a situaciones desgastantes psíquica y físicamente, y logra cumplir así, los objetivos que se había dictado, que la Esperanza le prometió que alcanzaría, y finalmente alcanzó.
 ¿Porqué este argumento podría errar? Una sencilla observación de lo que sucede realmente puede dar cuenta corta de este argumento optimista: La mayoría de las familias visibles que se pueden observar en una sociedad, han, de hecho, alcanzado los objetivos que la esperanza les ha prometido (salvando las familias marginales y todos los casos de los que nadie habla, que casualmente son la abrumadora mayoría de la población, pero prosigamos....) poseen una propiedad, un cónyugue estable (o un divorcio saludablemente distante), hijos sanos que estudian o trabajan, y por lo general, un pasar siempre de alguna forma, holgado.
 ¿Por qué habrían de penar entonces, con el paraíso en la tierra? Después de todo, han trabajado y estudiado, y por eso sacrificado sueño y algunos años de vida, además de promedios académicos. O solamente han trabajado hasta alienarse, han aprendido a ser obedientes, a estar gran cantidad de horas concentrados en una tarea repetitiva y así, se han adaptado anulando su mente, aplacando sus ánimos y las reacciones de su psiquis intentando resguardar su sanidad, siendo dóciles y amables incluso ante personas arbitrarias, irracionales y sádicas que todo lo pretenden a costa del prójimo, como son aquellos que se convierten en jefes o capataces.
 Y sin embargo, allí están, infelices, mal dormidos, malhumorados, furiosos a veces, sabiendo en el fondo que como jubilados solo les espera la ignominia y la indiferencia de la sociedad. Allí están, optimistas como nunca cuidándose de no llegar tarde, de dar todo el esfuerzo posible a cambio de muy poco. O allí están, tratando de aprovecharse de otros, de inocentes, incautos o simplemente jóvenes, de aplastarlos, dominarlos, exprimirlos desde una posición de inmunidad, con el optimismo de creer que de esa manera se progresará en la vida o se sostendrá una posición segura en el mundo.

 Todos hechos falsos. Décadas de trabajo duro pueden perderse por un conductor imprudente, un estafador iluminado, una corrida de accionistas, una crisis de gobierno, un familiar que quiere un lugar en la oficina, el hijo o cuñado del jefe que quiere el puesto de éste, o la simple acción de la gravedad y la radiación de todos los objetos que usamos en un cáncer prematuro.
 Pero ey, el optimismo, el positivismo, son cualidades populares, que buscan aquellos optimistas que obtienen vida a costa de la vida de otros, sólo que como se la extraen muy lentamente, muy solapadamente, no es tan evidente como cortarles las venas y beber su sangre, aunque en el largo plazo sea casi literalmente, lo mismo.

 Y así entonces, llegamos a lo que realmente es la esperanza, es la creencia, falsa, mágica, infundada e improbable de un futuro mejor. En muchos casos es muy obvia su falsedad, y por esto, la esperanza es una enfermedad alimentada, cultivada y reforzada por el sujeto enfermo. Es la minimización de un presente grave, que puede estar dañando la salud, la mente, el alma y el corazón. Es lo que hace que la grandiosa mayoría de los seres humanos continúe obstinadamente por un camino ridículo, que cuando finalmente lo alcanzan, su espíritu está tan quebrado, que ya no poseen la creatividad de la juventud (pero podrían haberla conservado como sí la conservan los espíritus libres en cuerpos viejos), ya no tienen la energía física tampoco para cumplir y disfrutar con las tareas más importantes de la vida, la crianza de los hijos y la necesidad de perfeccionar y desarrollar el potencial del cuerpo (de cuyos secretos y posibilidades conocemos la más ínfima de las partes, descubrirlas es necesario para la felicidad). Se encuentran tan cansados, han pasado por tanto dolor, humillación, alienación, que los fuegos que animaban las aventuras y la imaginación son apagados para que no causen más dolor, a fin de adaptarse a la tarea a mano y cumplir con las obligaciones contraídas en nombre de aquella esperanza imposible y ridícula. Y carecen ya, al final de aquel derrotero, de salud suficiente para disfrutar plenamente de los frutos de su trabajo y de su herencia. Sin nombrar a su familia, a todas las horas que no han podido pasar con ésta, ni todo lo que no pudieron enseñarle a los hijos o vivir con los padres de cada uno.

 Y allí, en las últimas zancadas, todos llaman al Dios que ignoraron toda la vida, sí, porque huelen la Muerte, que siempre estuvo ahí, y que siempre eligieron, y esto es común a todos los afligidos de Esperanza, creer que no existe, aún viendo otras personas morir, aún sabiendo de su naturaleza mortal, por siempre expulsaron de su conciencia la idea de la Parca.

 Esto es la esperanza, una creencia, una mentira enorme, de proporciones monstruosas, el peor horror que asola a la humanidad entera, el Horror de los Horrores, el más burdo y denso de los males, y la suma de todos ellos. Es la fuente de todas las mentiras con las que los humanos nos consolamos para poder continuar pecando, dañando, contra nosotros mismos y los demás, además del inocente y paradisíaco mundo que nos acoge y no merece el trato cruel que se le dispensa.
 Poseemos un mundo equilibrado, hermoso, abundante, protector, tenemos conocimiento suficiente para vivir en justicia, para crear utilizando a la naturaleza como vehículo y con suficientes bienes para la felicidad de la humanidad entera...
 Y la Esperanza, mal que alimenta cada uno dentro suyo, ridícula como ella sola, especialmente considerando lo inevitable de la Muerte, hace ojos ciegos a todos los males y bienes del mundo, a veces invirtiendo sus roles y pretendiendo darles fundamento. Así se han justificado y se siguen justificando actos de enorme o pequeña atrocidad a diario y de toda escala (desde el individuo por sí solo, con otros individuos o en masa), y así los humanos, teniendo todas estas bendiciones, la inteligencia y el mundo (que no son poca cosa) en nuestras manos, seguimos padeciendo una y otra vez y aún mirando el mal a los ojos, con el anteojo de la Esperanza perserveramos colocando la otra mejilla para el placer de los tiranos y entregando la vida a otros que no la merecen.

 Y luego de devolvemos esas bofetadas a los inocentes, a los seres amados y al bendito mundo.

Vieja Juventud


He deseado un tiempo sin tiempo
un tiempo salvaje y corto,
feliz, lozano, extremo,
me despierto y alerto
ante la llegada del enemigo

Sólo quien lleva mi sangre
es mi inseparable amigo,
todos juntos definimos el rumbo
de la historia

Soy joven y luego muero,
no sirvo a otros excepto a mí
y los míos,
nada espero
y solo vivo

Veo el Sol en todo su arco
soy fuerte, rápido, parco,
y sin embargo, sé reirme
constantemente,
tan tranquila está mi mente
en mi corta vida
que duermo a pata suelta
todo el viaje de ida

Soy una saeta ínfima
menos que una estrella,
polvo de los polvos
viviente, ardiente, cual rima,

Joven e impetuoso amor
se consuma al instante que debe,
corro veloz, sin ataduras,
sin murallas mentales
domando bestias letales
adoro la vida y desprecio el Leteo

Ay, ese mundo que se fue,
mi nacimiento no había llegado,
mundo que ya nunca fue ni será amado
excepto por el fiel recuerdo
grabado en mi carne

Me recuerda a cada instante
cuando mi espíritu se aquieta por las noches,
las correrías de mis antepasados,
el valor, el viento, la libertad,
el futuro en manos nudosas y poderosas,
mundo hostil, salvaje, hermoso
amable, para quién le adora
cruel, para quién le ignora

Corre por mi sangre
clamado mi libertad,
corre por mi alma, haciéndome sangrar
lágrimas transparentes,

Corre por mí, ay, que pesadas las cadenas,
qué pesado es para quien recuerda
este gris presente falto de paraísos
beldad
libertad.


L.

Peccatum Tacituritatis

FUTURO NEGRO



Llorar cada noche
morir cada día
arrastrar un alma cansada del dolor
por páramos interminables

Cargar cadenas tan largas
como el nacimiento
y tan pesadas como el cielo

Desear morir y saberlo incorrecto

Denegado cada deseo
imposible cada perfecto
aléjome y veo
de cerca mi padecimiento

Encerrado en una locura
más antigua que los siglos
más longeva que los milenios,
con ojos para ver lo más profundo
secretos que invaden mi corazón
saber a mí, me inundo
en conocimiento doloroso

Que todo lo hermoso
habite en mi mente
excepto una persona,
que sienta como me vuelvo demente
gota a gota, zona a zona,

Vivir para no ser uno
hasta el día del descanso,
perserverar con la mente
escuchando gritar al alma

Juventud divino tesoro
fuerza del mundo entero
no me alcanzaste a herir
al futuro negro...


L.

Sat Sapienti