lunes, 29 de abril de 2019

SIN FIN




Que la luz del sol le traiga mis palabras
Harán que tu corazón abras 
Como la flor
No existe el dolor
Para la amada de un poeta


Mis brazos son el estanque quieto
Donde retazos de pensamiento inquieto
Reposarán como el nenúfar
Disueltos en mi agua clara


No me atrevo a llamar siesta o sueño
Al descanso solitario
Donde no es mi dueño
su perfume suave y pasionario


Otoño puede ser ahora
Para la triste y somnolienta flora,
Este poeta escribiendo es la cigarra sin penas
Llevando el verano ardiente y el amor en sus venas


Huya entonces, como las jóvenes atenienses del laberinto
Más allá de ríos y corrientes
Nuestras almas dolientes
Juntas no sufren el cinto


Encontrará mis labios como la ambrosía
Y por el don de ese hechizo
En usted la noche será día
Y sabrá lo que siempre quiso


He visto de Lampades la antorcha
En sus ojos dulce perdición,
Condeneme, lo ruego, con su blanco vestido,
Ateme, al vidrio molido,
A revolcarme en los trozos de su corazón partido,
Que mi sangre roja y dichosa
Es digna de llevar su fama orgullosa
Arda el fuego, encienda la lumbre,
Porque incluso Dios llega
Como el ladrón en la madrugada


Le juro por mis manos que nombrará a Dios
Cual si fuere una condenada
Con una sonrisa en sus labios
Eléctrica su piel acariciada


L.