Hubo un reino allende lo real, allende lo etéreo;
un sueño desfilaba por las tronaderas de Marte,
siempre victorioso;
hay luchas que nunca pueden ganarse
victorias que jamás llegarán
amaneceres que nunca posarán
ni en los ojos por mucho esforzarse
verán una luz de recompensa.
Adiós paraíso, un adiós sincero de lágrimas
y lamentos
Adiós, hecho un cero me despido por vez primera
del cadáver de una primavera
que nunca quise enterrar.
Mi alma se ha de desangrar
entre el recuerdo y la abulia sincera,
tanta lucha y tanta espera
tanto inútil ha sido el andar.
Con la capa roja y la espada indómita,
con el alma afilada y la serena mirada,
te luché, corrupción, te luché, decepción,
no deje camino sin andar, ni bloqueo sin desarmar,
di vuelta el cielo, removí la tierra, me atreví al
poderoso
y al débil supliqué.
Ahora claudiqué.
Ninguna derrota es absoluta
dije,
mientras viva seguiré luchando
yo dije,
si la justicia de mi lado, quién contra mí,
eso yo dije,
pero el mundo me ha devorado
y no hay segundas oportunidades
para alguien tan odiado.
No existe una salida, ni existirá,
no hay un amanecer tras una eterna noche
sin un sol llameante para ascender al desesperado
ni esperanza cuando los siglos han hilvanado
una red sin escape ni salida
más que la muerte.
