sábado, 9 de noviembre de 2013
TONTA ASTUCIA
Quisiera fuego ser para
apagarme
No ser un Quirón
indómito en el veneno,
Ni una nota triste
elevada sin morirme
cual una estrella
moribunda peno
sin agotar mi canción ni
mi danza,
El otoño es una flecha
ardiente
cuyo frío y cuyas
lluvias me submerjen
en un paraíso de la
mente
que surje cuando todos
se refugien,
de tu frío liberador de
espacios
apuñalador de los más
reacios,
que lejos ya de su
juventud
no resisten tu soplo
eternamente viejo
Por el fuego del
cañalejo
que nos maldijo Prometeo
de falsa astucia,
sucia alma de sombría
mirada,
repetida por cuarenta
millones,
apágate o apágame,
amante de ricachones,
sólo en la luna y el
viento
y del sol su sombra
existe libre sentimiento
y libre ser sentiente.
Quisiera ser fuego para
arder
los esqueletos de
hormigón y acero,
reducir al punto más
cero
desde el espurio al
ínclito ser
que habita en el Profano
¿Qué es el Profano?
es como si la superficie
tuviera un múltiple ano
sobre el cuál exhorta lo
que la Peste llama Progreso,
allí cual el bubón hacía
su congreso
de evolución y miseria,
la revolución y la
fiebre difteria
borrarán la Peste de la
superficie agreste
Tengo un deseo en la
noche cuando la brisa
acaricia mis mejillas, y
recuerdo el querubín nocturno,
que taciturno recorría
las calles marplatenses de invierno,
añorando alejarse del
infierno
sin saber que aquello
era mi cielo diurno;
Allí pues abrigan la
risa
el charlatán y el
pesado,
abrigado el Leviatán
ilusorio
que sostiene vuestro
eterno velorio
con síntomas de
movimiento glorificado
por las eras y los
intentos
que siempre coronan a la
dichosa Nada
Veinte millones de
acentos,
hablaron los
conquistadores de broncínea espada,
mil sarissas y misiles
cruceros, ah, cañaleja...
consisten en la gloria
de una especie compleja
cuyo código no es más
largo que el Mosquito
peste de muchos,
esparcida de Asia,
solo conoce el Tomo y el
Quito
y tergiversar la
falacia.
Mi alma está con mis
hermanos de ausencia clara,
el nogal, el fresno, la
luna que siempre aclara,
el canto de la cigarra
en la sombra del estío abrasador,
el gorrión, de climas
sabio conquistador,
el tigre y el elefante,
más nobles y dignos que los gerentes,
y la ballena, amante de
las profundidades ingentes
de una oscuridad más
luminosa de colores
que el corazón de todos
los hombres
juntos.
Fiebre que sufre de
fiebre de grandeza
entre industria y pereza
habeís durado un segundo
entre los eones,
cuando los antiguos ni
reacios, ni remolones,
han caminado las
estrellas y sumergido en los soles,
¡Y sin embargo venís
cual quién sacude la tierra!
como si el mar y los
vientos se sometieren a tu ansia de guerra,
y cual si el
conocimiento te alcanzara para los mundos doblegar
ante tu sien sudorosa,
juro por la estrella de
corona hermosa,
por los vientos y los
círculos que les sostienen,
que estos advenedizos
que aquí vienen
no son más que cadáveres
ahítos de soberbia.
L.