viernes, 27 de noviembre de 2020

PARAÍSO ESCUPIDO


 Que ardan todos, hasta el último,

nadie persigue la cooperación,

cazan de sus pares la destrucción,

el competente es peligro, no un aliado,

por algún lugar debe ser, en vida aniquilado.

 Que ardan todos, hasta el último sentiente,

porque son el dolor de toda alma inocente,

que cuando se abre la flor llora y se lastima,

sabiendo que desde el principio la sociedad le tima.


 Hay que lidiar con los deshonestos y los cobardes

una guerra silenciosa, patética y con reglas amañadas,

mejores eran los tiempos donde la devoción levantaba espadas,

y ahogaba en sangre a los que viven de ardides.


 Una guerra, siempre fue nuestra cura,

uniendo los pueblos, discutiendo la figura

bajo pervivir de generaciones

los veranos, de la guerra eran estaciones.

 

 Los tiranos se deponían en largos combates

la injusticia caía por la espada

cortos eran los debates

en tiempos de regla clara.


 Ansío una revolución que aplaste los opresores,

los caprichosos, los cobardes que mandan a otros,

esos primates de trajes y vestidos

de cuerpos patéticos e innobles modales

y una superioridad tan falsa como irreal.


 Lo único real es la carne, y la sangre, 

bajo el velo de los vestidos 

reside la verdad absoluta.


Y ellos, que no la quieren ver,

se las enseñará la Muerte.


 Morte Ascendo.

L.

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