domingo, 28 de julio de 2013

Política Natural I

Hay ciertos conceptos que fueron inventados en la antigüedad, que son artificiales, y que chocan con la naturaleza humana, por ello, son como un hijo deforme que por mucho que se esfuerce jamás superará a un hijo sano.

Lao Tsé nos cuenta que en la antigüedad China, cuando la gente no conocía al Emperador, lo veneraba cual una deidad. Con el tiempo la gente comenzó a hablar del emperador, luego a hablar mal del emperador, y a verlo como un ser humano. El emperador se había dado a conocer, ya no era una imagen lejana de la que no se llegaban más noticias que disposiciones "celestiales". Así comenzaron las revueltas, para sofocarlas, dice Lao Tsé, se inventó el concepto de "lealtad del súbdito". Se refiere a la famosa, y bien conocida en la actualidad, "ponerse la camiseta" referido a un acto irracional donde prima un deseo irresuelto de pertenencia de un ego que pide a gritos formar parte de algo importante y trascendente.
Es el color en las vidas vacías de los súbditos, y de los ciudadanos-de-pie de nuestro tiempo, pertenecer a un equipo de fútbol y entregarse a las emociones, los cambios de presión sanguínea y el estrés, por el resultado atrás de unos tipos corriendo atrás de un balón de cuero. Lo bueno es que esa pasión es relativamente inerme, y su único efecto nocivo es distraer la atención de los asuntos realmente importantes en la vida del amante de lo deportivo.
Encuentro connotaciones negativas similares en la palabra "militante", esta palabra lleva una carga subjetiva de ciertos adjetivos que no corresponden con el concepto de ciudadano. En teoría y en un mundo ideal, el ciudadano apoya un proyecto determinado (no un candidato ni un partido) porque así lo cree mejor para la situación histórica de su distrito, país, etc... Ese apoyo debiera ser plenamente racional, y con voz y voto de todos los iguales, en igualdad de derechos, relativa igualdad de condiciones económicas, en un estado fuerte. Ese es el modelo republicano que han postulado los romanos, en el que todos los ciudadanos no gozan ni de excesiva riqueza, ni de excesiva pobreza, sino que quien más tiene, aporta mucho más al estado, y se evita la ostentación para evitar el disenso, la envidia, la ambición y todos aquellos sentimientos que dividen a la sociedad. (De hecho, Lao Tsé decía que suprimir el lujo y la ostentación, significaba a su vez suprimir el bandidaje , la corrupción y el robo).
Es decir que, el militante, es el que se "pone la camiseta" por un liderazgo, lo que hoy sucede con el kirchnerismo, incapaz de encontrar un heredero apto, ya que su "proyecto" consiste en una liga de personas dedicadas al beneficio propio, naturalmente, ese estrés y esa presión sobre la sucesión no existirían si el partido fuese fuerte y tuviese un verdadero proyecto encima.

Ponerse la camiseta significa no reflexionar, sino darlo todo por una facción, generalmente, un caudillo. Una analogía es la familia, por los familiares, la grandísima mayoría de la gente llega a los extremos despreciables de encubrir o justificarlos, aún cuando hayan violado, matado o robado. Si el apoyo no es racional, sino pasional, entonces realmente se habla de militancia en el sentido militar, después de todo...

¿Qué es el militar?

El militar está entrenado para obedecer ciegamente las órdenes superiores, a no cuestionarlas, ni hacer preguntas. En ese sentido, acotan el ancho reflexión de sus acciones, y priorizan la profundidad de éstas. El militar sólo debe pensar cómo cumplir mejor su deber, siempre y cuando no implique desobedecer al superior.
¿Es realmente éste tipo de pensamiento el que queremos para una persona que defiende una causa supuestamente justa? ¿Ser un militante? Ser una persona irreflexiva, que apoya a una facción política porque "es su deber" apoyarla, y disentir, puertas adentro o, gran pecado, puertas afuera, con la postura de la facción, en algún tema considerado clave, puede pasar desapercibido en un miembro de poca monta. Pero resulta imperdonable en los miembros de algo de relevancia política.

Se espera de los jóvenes, en consonancia con la educación, que ha sido programada para obedecer, para obedecer el horario, para obedecer las órdenes de las autoridades que futuramente serán los empleadores.... Que entreguen la fuerza de su juventud, su percepción enorme, su pasión, sus proyectos y sus interminables ideas y creatividades, a una causa. Pero al mismo tiempo, que no la cuestionen. Que no cuestionen la autoridad, que no se nieguen a los comandos emanados de autoridad superior, que aspiren a lo que los líderes les dicen que deben aspirar. Y por supuesto, que siempre se esfuercen, y hagan todos los sacrificios que nadie ya plenamente adulto y aguerrido jamás haría sin la compensación correspondiente. Todo bajo la mentira culturalmente esparcida de "la lealtad del súbdito", todo bajo la mentira, aceptada cobardemente, de que todo joven debe entregarse por completo al trabajo que se le endilgue, y que lo haga por "deseo natural a prosperar", aún a sabiendas, aún cuando se sabe a gritos, que la prosperidad se reparte arbitrariamente a parientes y a amigos. Violar este principio, para obedecer a la lógica real, implica ganarse la enemistad y el oprobio de los seres humanos insanos que habitan en nuestra cultura y que son mayoría.

Ridículo suena pues, pretender fuerza, inteligencia, capacidad y creatividad, pero al mismo tiempo, acotadas a la obediencia, el no cuestionamiento y la entrega ciega, y por demás, gratuita, sin una verdadera recompensa por el trabajo realizado.
Y sin embargo, lo hacen, y parecen hasta tener éxito. Pero en verdad, no tienen todo el éxito que podrían tener. No. Una persona verdaderamente inteligente y creativa, desarrolla su saber mediante el cuestionamiento. Un verdadero científico se cuestiona todo para llegar a la verdad. Y la verdad es contundente siempre.

Por ello, afirmo, repito y sostengo, que todo concepto artificial, no sirve de nada. Y ahondaré sobre esta cuestión y la cuestión del "ciudadano" en el futuro. Y afirmo, repito y sostengo, que la palabra militante debiera ser una mala palabra de aquí en adelante. Necesitamos un nuevo término, y un nuevo tipo de "miembro de una facción política" que apoye racionalmente a un proyecto bien elaborado de pies a cabeza, no sólo proyecto de país, sino proyecto de cultura, y por cultura hablo de filosofía de vida, de esos pensamientos que cambian los países para siempre y por todos los siglos por venir, y hasta a veces, la humanidad entera.
Ese tipo de apoyo implicará mucho más que el tibio apoyo del militante gritón, o del mercenario militante. Implica, como diría Maquiavelo, la diferencia entre el soldado nativo, y el mercenario. El soldado nativo cree verdaderamente fuera de toda cuestión en su causa, en su país, y en su gente. No necesita gritar ni hacer gran lío para que el mundo sienta su fuerza y su disposición a dar la vida por su gente.
En cambio el mercenario, el fanático ciego, en algún punto siguen siendo personas y teniendo cerebro, y siempre tendrán dudas. Retrocederán al primer contratiempo, traicionando a quien apoyaban con muchisima rapidez....